La historia de Alba, la lechuza sabia
En el corazón de un bosque cubierto de niebla vivía Alba, una lechuza que parecía tallada por la misma noche. Sus ojos profundos reflejaban las estrellas, y se decía que en ellos podías ver el destino si te atrevías a mirarlos.
Cada anochecer, Alba surcaba el cielo en busca de historias. No le interesaba cazar ni anidar, sino escuchar los susurros del viento, las canciones de los arroyos y los secretos de los árboles. Su vuelo silencioso la convertía en la confidente perfecta de animales pequeños y grandes, quienes acudían a ella en busca de consejo.
Una noche, una tormenta feroz asoló el bosque, y los animales, aterrados, se refugiaron en sus madrigueras. Alba, sin dudarlo, voló hacia lo alto del valle donde el viento rugía con más fuerza. Desde allí, con un canto grave y profundo, calmó al bosque, como si su voz apaciguara incluso al cielo.
Cuando el sol regresó, todos entendieron que Alba no solo era sabia, sino también valiente. Desde entonces, su figura al amanecer no solo era un símbolo de sabiduría, sino de protección, recordando que incluso en las noches más oscuras siempre hay un canto que guía de vuelta a la luz.
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